martes, 13 de noviembre de 2018




Las series : arte en pijamas*
 


Crecí en los cines, una suerte de privilegio Paradiso, sin Ennio Morricone’s sound tracks, pero si los de “Los girasoles de Rusia” de Vittorio De Sica, que aún me acompaña cuando estoy triste, o los del “Bebé de Rosemarie” de Polanski, cuando tengo mucho miedo. Suelo despertarme con una música que no se me quita hasta que en mi ordenador no la encuentro y la tarareo hasta que se va. Siempre me traen algo, desde mi inconsciente, que me interpreta.
Mi padre tenía un transporte de películas, llegaban en unas bolsas de lona con un remito en cartulina, rollos de ficciones en celuloide, cuidadosamente envasados en herméticas latas de metal, redondas.
De allí, partían a los cines de mi ciudad, de las aledañas, de otras lejanas y de más allá de un ancho, anchísimo río, a las que se accedía en lancha o en balsa; ni puentes ni túneles, surcaban las aguas. Ni Dolby ni digital, ni wifi, el mismo envase recorría las salas, una por una, sometido a la espera de que llegara, a tiempo.
Llegaban a mi casa, ciudad de estrenos, festivales y cuna del fundador del Nuevo Cine Latinoamericano, Fernando Birri, que creó -aquí, en 1956- el Instituto de Cine y donde existe el cine club más grande de América Latina, y el más antiguo: 60 años ininterrumpidos de funciones de cine debate.
Veíamos, cuando era día de estrenos, una versión más decente porque venían directamente de Buenos Aires, pero el uso en los antiguos proyectores hacía lo suyo y las marcas se veían en las pantallas como rayas verticales o se cortaban, gastadas. Se prendían las luces, la silbatina, el chocolatinero a viva voz y vuelta a la ficción. Vivir lejos siempre tuvo sus desventajas, sin embargo, en los pueblos donde sólo había plaza, catedral, escuela y comisaria, no había hospital, pero si cine.
Hasta tres funciones diarias, matiné y continuado: dos pelis con intervalo. No había trasnoche, pero sí cines poco recomendables donde daban las de Isabel (Coca) Sarli, a quien se le atribuye el más popular emblema de las histéricas “¿qué quiere Ud. de mí?”, vista en el tiempo una mojigata y una precursora a la vez, mujer a cargo de su deseo.
No había funciones todos los días, sólo los fines de semana. Pero había muchos cines y nos “vestíamos” para la ocasión. Al cine iba con mi madre y mi hermana, con mi padre iba al borderó, a la puerta, que era el recuento manual de los espectadores.
De allí conservo el don de contar rápidamente cuánta gente hay en jornadas y congresos y la música de las películas, incluso las que no vi, porque eran prohibidas o a mi madre no le gustaban.
Junto con las películas, llegaban los afiches gigantescos de cada film, ahora llamados flyers y que se venden como objeto de culto en las tiendas vintage. Con ellos empapelaba, del techo al piso, mi cuarto, que era enorme y altísimo.
Pero mi amor, profundo amor por el cine, está hecho de todo eso, de haber descubierto mil formas de vivir en las pantallas. Mi propia vida podría tomar otros rumbos, a otros le pasaban las mismas cosas, se llama identificación.
No tanto como mi favorita de W. Allen “La Rosa púrpura del Cairo”, con su anodina y sufriente Mia Farrow enamorando personajes a los que traía a su realidad, pero casi.
Pasé mi adolescencia imaginándome que era un personaje de película, mientras, además, leía todoBradbury, todoCortázar, todoHesse, todoGarcíaMarquez, todoSábato, a los 14/15.
Mientras el personaje en el que me convertí se iba construyendo, se fueron cerrando los cines, los libros terminaron en las compraventas, llegaron las play y las tablets, se llenó de cadenas de cine taquillero, efectos especiales, combo de pochoclo y carbonatada includ, y el mundo se convirtió en un pañuelo cada vez más lejano.
Pertenezco, por decisión propia, a un privilegiado mundo Paradise que lee, va al teatro y mira pelis y un día escuché que alguien decía “¿viste Black Mirrow en Netflix?”
Netflix? What’s that? ¡Quiero! Y me hice adicta, sin intervalos.
Sin días de semana, sin salir de casa, Dolby, digital, wifi.
Adoro tener en curso una serie que me atrape, no hay nada que me aliene más del mundo que las noticias me traen en el mismo Smart. Suelo estar perdida cuando la termino y sus personajes y sus dichos me acompañan, cual metáfora universal, para explicar lo que las noticias cuentan. Algunas han tenido tal efecto residual que no he podido ver otra por largo tiempo.
Si mi interlocutor no vio G.O.T [1]o Gotham o Peacky Blinders, según el momento, no sabe de lo que hablo cuando digo o escribo y / o posteo, “¡Winter is here”! o” ¡¡Esto es Arkham!!”
Las series son la nueva lengua del arte cinematográfico en la época, arte en pijamas, sin el lazo de la salida a posteriori, con o sin spoilers, pero lengua al fin. Y eso hace lazo, no necesariamente, pero puede.
Reconozco mi absoluta incapacidad para ver más de dos capítulos cuya dirección de arte y actuaciones no sean desopilantes, descollantes. So sorry: ni pelis ni series clase Z.
Admito que espero las nuevas temporadas como groupie y, la mayoría de las veces, me desilusionan. Nunca segundas partes…la repetición tarde o temprano, aburre.
Muchas de las “taquilleras” me han resultado insípidas o innecesarias, pero que la jerga que circulaba entre los de carne y hueso con los que converso y/o a los que leo, me ha tentado.
Algo de pertenecer a ese clan, también incita. El silencio de celulares amigos, a la hora del estreno del nuevo capítulo, te deja por fuera.
Me recuerda el timing de lectura de algunas novelas que he leído mientras cocinaba, o en los semáforos, ansiosa por llegar al final y rogando que eso no sucediera nunca.
Pero para no perder el encanto de las salas, y como conjuro a su temida desaparición, voy de tanto en tanto al cine y armé un ciclo de cine y psicoanálisis[2] que sostengo desde hace una década o más. Este último verano, y cumpliendo un sueño, al aire libre y bajo las estrellas.
Como era de esperar, lo hago con el Cine Club[3] más grande del Sur de este continente, cuyo responsable[4], que también creció en los cines, ama armar ciclos y hablar de pelis todoeltiempo y vamos, después, a un bar que se llama Kusturica, donde ese genio loco estuvo invitado por mi amigo, y su banda tocó en la calle.
Mi socio, es un cinéfilo puro: NOMIRASERIES. No tiene tiempo para ello. Al fin y al cabo, de eso se trata, de que la ficción del Otro no te haga creer, como a Mía Farrow, que tu vida es- sólo- eso.
Elvira Dianno
Santa Fe de la Vera Cruz, Agosto del ’18 and “Winter is still here”
*Publicado en http://cinealdivan.com/cinetest/?page_id=1082


[1] Game of Thrones
[2] Butaca Lacaniana
[3] Cine Club Santa Fe
[4] Guillermo Arch

*http://cinealdivan.com/cinetest/?page_id=1082

martes, 26 de enero de 2016

Lucy, un film de Luc Besson

Lucy[1]in the sky, but without diamonds.


Las películas de Luc Besson se caracterizan por su tono apocalíptico, siempre preocupado por el origen y el final del universo, el bien, el mal, la ecología. Esta película- otra vez con nombre de mujer, en la línea de Nikita,  esa vieja serie de espías -en blanco y negro de la TV por cable -que en los años ‘90  atrapaba en las madrugadas en sus capítulos de suspenso y crueldad.
 Otra vez una mujer del bajo fondo. Nikita estaba atrapada en el mal, Lucy va a terminar con el mal, también la heroína de “El quinto elemento” estaba enredada en las garras de lo siniestro.
Esta mujer, Lucy, representa el origen. La creación viene a través de una mujer y termina en una mujer. De la lógica fálica a la feminización del mundo ¿o la falicización de las mujeres?
Un científico, foros, fórmulas… el discurso de la ciencia será el metarrelato que acompaña en off desde el Big Bang to The End contándonos que  “al principio era el Uno,  una célula que se subdivide”.
Y, ¡qué curioso! una ciencia burda, poco desarrollada,  poca tecnología que busca y encuentra demostrar que todo-es-posible. No sólo eso, la ciencia será el aliado principal de la heroína en su lucha contra el Mal.
Una trama de dealers y mafiosos usarán  de carnada adictos atrapados por las redes para traficar su kryptonita, solo que esta es azul y no verde. La única presa- de esta red de “mulas” que llevarán las bolsas en su estómago- que logra escapar y vencerlos finalmente es una mujer
Lucy podrá por medio de pócimas cada vez más elevadas de una sustancia artificial -semejante a una que produce el organismo -lograr el máximo control del propio cuerpo, luego del cuerpo de los otros, finalmente de la materia. Las leyes de la gravedad no resisten her body’s power. Lucy salta, camina por las paredes, aniquila rivales de a decenas, reconstituye su organismo roto en segundos, domina los objetos tecnológicos con su mente usada como un control remoto.
El imperativo de goce de la época presente en redes de narcocriminales dispuestos a todo para prometer la sustancia que daría el máximo poder: a dosis más elevadas, mayor poder, mayor control, eso sí menos horas de vida. Ir por más, ir por más, ir por más, hasta que ese plus de gozar la aniquile pero al aniquilarla la transformará  en una suerte de célula primordial, propia de la new age y la cientología tan presentes en Hollywood.
Una teleologia explícita  indica en el film que el desarrollo del conocimiento puede llevar al bien.
La new age, la cientología, una suerte de sincretismo panreligioso basado en las leyes de Hermes Trimigesto, en una versión de libro de bolsillo for export parece ser el río que corre bajo el celuloide y se expande desde Beverly Hills al mundo, en films esperanzadores de final feliz. Una más de ciencia ficción de Besson, un film de excesos- demasiados efectos especiales y  excesiva  pretensión filosófica frente a un escaso argumento- que nos  hace pasear  desde el big bang al fin de los tiempos. El encuentro con el primer homínido/a llamado Lucy a su vez, la alegoría del cuadro de la creación de Miguel Ángel y  las escenas de la naturaleza en el metarrelato: ríos, montañas, amaneceres, Scarlett Johannson (Lucy) representada como un felino en ataque, la naturaleza que nos habita y la explosión de su cuerpo hasta la reducción a una fórmula, un conocimiento. “Estoy en todas partes” dirá Lucy reducida a dust in the air, o la fórmula científica de un dios, en su versión físico-matemática. Lucy empowered by drugs, hard drugs  puede ver todo, dar salud, impedir el mal. Si bien  a este film pasatista le falta bastante para trascender  su tiempo,  puede alguien remontarse como en una alegoría al Paraíso del origen del triplico de “El Jardín de las Delicias”, de Hieronymus Bosco que -al cerrarse -muestra en una circularidad el mundo en el tercer día de la creación que no se observa en el despliegue de la historia lineal que los tres paños interiores ofrecen: el paraíso, la lujuria y el infierno.
Para Besson hay  circularidad al desarrollar  la idea de un progreso que inevitablemente lleva al origen, al bien, al paraíso, la reconquista del paraíso, anunciaría así que al tríptico de El Bosco  le falta un cuarto pliego, el paraíso otra vez pero no sin antes pasar por el infierno. Otra vez la cosmovisión new age que subyace, plena de sentidos.
Es el ideal de la ciencia, la promesa, la expectativa de vida eterna que ofrecen órganos clonados, espermatozoides in vitro, Lucy no muere, dice, “nadie muere”.
Entremezclados en los diálogos del guión de una película de acción  de fin previsible, los mensajes de ciertos enunciados clásicos de la hermenéutica en nadie muere, estoy en todas partes, la utilización de sólo el 10 % de la capacidad neuronal puede ampliarse, sirve de cosmovisión que explica y resuelve todo.
Un detalle que no es menor es  la elección que el director hace  del médium para lograr el resultado de una conciencia expandida, es notable que  haya sido una droga, en dosis elevadas, y no el ejercicio  metódico de las prácticas orientales de meditación y mantras que caracterizan a taoístas y tibetanos, cabe subrayar que la mafia en cuestión- el Otro malo contra el que luchará Lucy sola -es la mafia china y ella vive en el Tibet. ¡Excesivamente hollywoodense! Los orientales son malos, el científico es negro (Morgan Freeman), Lucy es rubia.
¿Qué de las drogas? La vieja definición de Pharmakón que encontramos en la Ética de Aristóteles en la que Teofastro -ubicándola como remedio y como tóxico- nos enseñaba que graduando los dracmas/dosis se lograba desde la cura de la tos a las alucinaciones y finalmente a la muerte, en el film - en una lógica invertida- a más dracmas más poder, más perfección, no hay dolor, ni sentimientos de miedo a través de una sustancia que se genera en el cuerpo de una madre en la 6ta semana de embarazo. De modo que la ingesta excesiva de drogas de laboratorio extraídas   de una sustancia que está en el organismo, exactamente en el cuerpo de una madre nos completa. He aquí la función del Pharmakon.
Así el cuerpo de Lucy empoderado por las drogas se convertirá finalmente en una máquina, un ordenador, una mega computadora para  luego  reducirse  a lo que entra en un pen drive y  al fin volver al Uno con el Uni-verso.
Far so far away: lejos de las alucinaciones que el LSD (ácido lisérgico) proveyeron a la generación de The  Beatles, eternizadas en su canción Lucy in the Sky, with diamonds, el relato de Besson en “Lucy” si no fuera un film parecería un delirio postingesta, para nada una naif Wonder Woman sino más  bien posmoderna, de under y marginal urbana a una heroína romántica del futuro dispuesta a salvar  el mundo.
Algún dejo de nostalgia roussoneana se deja entrever, el hombre naturalmente bueno, uno con el universo. No fear, no pain,eso si with all the drugs you can get.
Lamento haberles contado el final. Sorry I told you the end, Scusi,mi dispiace di avere raccontato il finale. Je regrete vous avoir raconte la fin. Desculpa ter falado o finale

Elvira Dianno 
Responsable Butaca Lacaniana


[1] Lucy de Luc Besson(Francia – Usa) 2014- 89 min

sábado, 23 de enero de 2016

"Los ocho más odiados". (USA- Q. Tarantino-167min)

"Los ocho más odiados". (USA- Q. Tarantino-167min)
Tarantino parece haber encontrado nuevamente como vérselas con lo Real ficcionando una vez más la muerte de un modo no apto para hiperrealistas, desacralizando los ideales y la muerte hasta morir, y riéndose a carcajadas de la ley, los padres de la Patria, la guerra de Secesión, regidos por las leyes del lejano Oeste.
Westerns y secesión, una dupla explosiva que ya ensayó en "Django sin cadenas" (Q.Tarantino, 2012, USA) con mucho éxito y pocos adeptos.
Manipular la ficción para ser el dueño de la realidad para quien está al tanto de que todo es ficción le permite también manipular la muerte como si lo fuera.
Rojo, negro y blanco para un film que comienza con el madero de la Cruz bajo nieve que bien pueden dejarlo helado.
Caramelos, chupetines, estuches de gafas adelantados a la época se suman a los infinitos detalles y gaggs que barran- tal como acostumbra a hacer- al Otro de la virilidad en un film donde la feminización del mundo también se las cobra.
QT en "Los Ocho.."- su octavo film- deja a las claras la naturaleza de la pulsión de muerte en complicidad con el odio, incluso cuando de defender el amor se trata.
Casi tres horas en un relato por capítulos donde lo simbólico is hanging entre la Ley y la Muerte se presentifica y agujerea aún más en una misiva desopilante.
Si va a verla lleve chaleco antibalas y abundante agua de lejía y : o bien se muere de risa o se muere de un infarto.
Elvira María Dianno
Responsable Butaca Lacaniana
Santa Fe , 23 enero 2016, 50° C a la sombra

martes, 29 de octubre de 2013

La Piedra de la Paciencia

LA PIEDRA DE LA PACIENCIA
(ATIQ RAIMI-Afganistán-2012)

Elvira Dianno cerró su ciclo 2013 titulado “Abanicos de mujer” de Butaca Lacaniana, premiándonos con la película   ”La piedra de la paciencia”, cuya trama se zambulle de lleno en las cuestiones femeninas sin carecer de sutileza.

Agradezco su gesto de haberme invitado a comentar dicha película Es un desafío para mí pues el arte supera al psicoanálisis en la medida que muestra lo que no se puede decir con las palabras.

En relación a lo femenino, es difícil por no decir imposible transmitir algo de lo que no se puede hablar, no porque esté prohibido sino porque faltan las palabras. Esto es porque no existe un saber sobre qué es una mujer. Freud nos aconsejaba preguntar a los poetas y con Lacan decimos que de ese lado donde hay un agujero, no hay otra salida que la invensión.

Y ese vacío de ser al que cada mujer debe consentir es todo un trabajo que se pone en juego en la experiencia analítica de las mujeres.

Recuerdo, hace tiempo, que en una ocasión la eol invitó a exponer mediante posters o anzuelos los productos de los carteles. Mi cartel trabajaba el tema de la sexualidad femenina como preliminar al psicoanálisis con niños, y decidimos participar.

Uno de los rasgos era sobre el estrago materno y allí nos ingeniamos con una muñeca destrozada que nos cedió la hija de una colega, pero con los otros rasgos temáticos como la femineidad vs la histeria, el Otro goce, los místicos, no nos quedaba chance. Entonces se nos ocurrió hacer un moño enlazando cintas de diversos colores para aludir a los nudos lacanianos y al lado del moño dibujamos un alfarero armando su vasija a partir de un agujero. Con el alfarero queríamos dar la idea del vacío de significaciones alrededor del cual cada una se hace mujer

Con el poster nos jugamos a que la gente se acercaría a preguntar, y así fue.

Pero no es lo mismo cuando comentamos una obra de arte, donde las palabras muchas veces están de más.

Así es que sólo puedo pasarles lo que me provocó la película, para provocarlos un poquito a la conversación, y cada uno aporte lo suyo.

Su director Atiq Rahimi nos muestra los misterios, como también ese lado incomprensible de la femineidad que se desliza como la arena entre los dedos a través de los decires de la joven protagonista a su esposo. Ella le habla sin saber si él la escucha en tanto permanece en su estado vegetativo, sin reaccionar, aunque ella le levante los párpados y le hidrate sus ojos, lo lave, lo bese, lo acaricie, le hable acerca de que no sabe qué hacer, ni a quién pedir ayuda pues hasta la familia de él lo abandonó. Al comienzo le reprocha que en tantos años de matrimonio él no la supo atender ni amar, y que a su lado se sintió un pedazo de carne y no su mujer.

Esta joven mujer, a medida que va hablándole a su hombre, va librando una intensa lucha entre sus deseos tal como se le imponen y los principios morales de la cultura falocéntrica a la cual pertenece, la cual no otorga lugar a la palabra de las mujeres.

Ella da cuenta de la astucia femenina desde muy niña. Interpreta el apagado deseo de su madre y la perversión fetichista del padre con el objeto codorniz. Y no se queda de brazos cruzados esperando que así como lo hizo con su hermanita, su padre la entregue a algún hombre como parte de pago en sus apuestas.

Así, consigue un gato y le abre la puerta a la jaula del objeto preciado del padre. En su acto apostó de niña a su propio deseo y lo guardó en secreto, hasta develarlo a su piedra preciosa.

De jovencita, ya casada por pactos de familias con este hombre mayor que ella, pasaba el tiempo y no lograba quedar embarazada. Entonces, como tener niños es condición para que las mujeres no sean excluidas de la sociedad afgana, hizo un pacto secreto con su tía para comprar la fertilización anónima de otro hombre y dio a luz a dos niñas.

Podemos observar que para la cultura musulmana la madre se impone sobre la mujer, cuestión que deja mal parada la virilidad de los hombres.

El psicoanalista Jacques Lacan nos daba algunas pistas sobre la lógica de la sexuación, señalando que lo femenino en una mujer se mide por su distancia la madre. Dicho de otra manera, podemos ubicar la problemática del ser mujer a la que no le falta nada, diferente al tener hijos de la madre originada en la falta de falo.

Por otro lado, Sigmund Freud daba cuenta de la degradación de la vida erótica en su civilización, cuando los hombres se relacionaban con las mujeres haciendo una disociación o una superposición entre dos términos: la madre, que quedaba equiparada a la santa y la puta en el lugar de la mujer degradada socialmente.

El personaje de la película optó por la madre para sus hijos y negó a la mujer en su propia mujer. Huyó de su mujer sacrificando su vida a la carrera militar. Fue a hacer la guerra con los hombres por miedo a encontrarse con la guerrera de su mujer.

La paradoja es que peleando por la moral de su madre, se queda paralítico el pobre tipo. Le insultan a la madre y se bate a duelo.

A pesar de todo, en el medio de los tiroteos bélicos su mujer no lo abandona. Deja refugiadas a sus hijas en el prostíbulo donde vive su tía y vuelve al lado de él.

Y, ella que es de armas tomar, en su desesperación de no saber qué hacer decide hablarle a él sobre sus cosas, usándolo de piedra como en el mito persa, esa piedra de la paciencia que está en la Meca y alrededor de la cual van los peregrinos a contarle sus desgracias. Se dice que el día que no quepan más desgracias la piedra explotará en mil pedazos y la gente quedará liberada de sus padecimientos.

En la trama de la película, esta mujer hace la experiencia del analizante, hablando de sus padecimientos a su piedra, teniendo breves sesiones con su otro que se parece a una piedra. Es ella la que trabaja analizando su vida misma, una vida teñida de coraje.

Ella va armando su historia a partir de piezas sueltas, como hacemos en un análisis.

Y, a través de sus relatos encontramos en la protagonista que nos ocupa un abanico colorido de mujeres que por momentos es Medea, en otros aflora la mujer tierna, la mujer niña, la fogosa, la guerrera, y algunas otras.

                                                                                                
 

 Graciela Giraldi, miembro de la EOL y de la AMP

lunes, 2 de septiembre de 2013

¿Cuál es el secreto de “La vida secreta de las palabras”?*


¿Cuál es el secreto de “La vida secreta de las palabras”?*
                                                                                                    Elvira María Dianno
                                                                                                    Miembro EOL-AMP

 

*Comentario realizado en ocasión de la apertura del 6to Ciclo de Cine aplicado al Psicoanálisis  la EOL, Buenos Aires 30/08/2013

 

 “La vida secreta de las palabras”, film de Isabel Coixet, (2008, España), producida por Agustín y Pedro Almodóvar  ofrece muchas puertas de acceso que, a un desprevenido espectador, pueden pasar inadvertidas.

Vayamos al film: una historia de amor de dos sobrevivientes, Hanna del horror de las torturas de una guerra, Joseph de una fatídica conjunción de los excesos del hombre sobre los recursos naturales y las consecuencias de los excesos de un amor prohibido. Los secretos muy guardados de experiencias traumáticas habían producido de un lado un efecto de privación y aislamiento y del otro  los secretos que debían ser guardados y no lo fueron habían dejado el saldo de una muerte y algo más que muchos cristales rotos.

Dos damnificados del horror: ella aislada de los ruidos, habitada por voces infantiles y el recuerdo de la crueldad de las  voces susurradas al oído en cuerpos desangrándose, él en un mundo de sombras y remordimientos  en un cuerpo casi inválido. En pocas palabras una historia -donde una sorda y un ciego  sanarán sus heridas en un amor casi previsto- podría ser tal vez un cliché si no tuviéramos en cuenta algunos señuelos puestos por Coixet para ir tras ellos cuando los años y el olvido también se las ensañaran con este documento de una historia que se repite incesantemente.

El seductor título del film invita  a verlo esperando conocer ¡¡el secreto de la vida de las palabras!! , esto nos puede llevar -en un juego de espejos y puertas giratorias -a un equivoco tras otro si lo que nos guía es la búsqueda de algún sentido en él.

El giro poético que Isabel Coixet elige como título  para este film pudo bien haber sido el atajo que tomó para no llamarlo “Viaje directo al corazón de la tortura”[1], 2da parte.

Este film es el correlato del documental que en 2005 filmara entrevistando a damnificados de torturas atendidos por el IRCT[2] , con sede en Copenhague, fundado y dirigido por Inge Genefke, a quien -como el film lo indica en los créditos- está dedicado. Genefke también es el   nombre que le da  a la  plataforma petrolera, base a la que puebla de un puñado de personajes solitarios y paradigmáticos, entre ellos  un oceanógrafo  ecologista que cuenta olas y sueña con purificar los mares, un cocinero slow food, un nostálgico de su familia junto a una oca huérfana y una planta mustia, en fin un grupo de hombres que  tratarían  a la joven protagonista respetuosamente. Podría aquí decirse que Coixet quiere dejar en claro algo que diría luego de filmar el documental de marras

“…hemos descubierto algunas –pocas- cosas. La más importante es que, pese a que la crueldad, el odio y la maldad parecen inherentes a la naturaleza humana, el valor, el coraje y la generosidad también lo son".[3]

Los personajes de este film construidos con los ingredientes de los testimonios del documental y las enseñanzas del IRCT, hablan de la culpa y la vergüenza propia de los sobrevivientes de los campos de concentración, de su necesidad de estar ocupados permanentemente para que los recuerdos traumáticos no los invadan  y del entrenamiento que reciben para sacar la ira por la vía de la voz incluyendo gritos y descargas motoras.

Del documental  del que es directora, guionista,  y al que ella misma narra  dice, en referencia a las personas que han pasado por experiencias de tortura….

¿Qué pasa después de que alguien ha pasado algo como eso? Cómo se sobrevive, si es que se sobrevive... Además de la justicia, que me parece básica, la única cosa que se me ocurre para que alguien sobreviva a todo eso es que alguien le quiera, es el amor. Después de todo hay muy pocas cosas, silencio y palabras".

De este mismo modo    “La vida secreta…”  con una enigmática voz  de niña- que acompañará algunos momentos de la película y reaparecerá al final para despedirse- abre sobre un fondo de fuego y mar con estas palabras:

“En el fondo hay tan pocas cosas ... millones y millones de litros de agua ... rocas ... y gas ... afecto ... sangre ... cien minutos, mil años ... cenizas ... luz ... ahora ... ahora mismo ... hace un rato.
¿Os lo he dicho antes, verdad? Hay muy pocas cosas... silencio... y palabras”.

Entonces bien podemos pensar que Isabel Coixet va tejiendo entre uno y otro film, entre uno y otro documental  y  en sus escritos algunas respuestas, algunas salidas a sus propios interrogantes, a su propio encuentro con lo real.

Esta versión un tanto edulcorada de una sobreviviente de la Guerra de los Balcanes, cumple también con el objetivo de dar a conocer el IRTC fundado en 1982 , con 200 centros en todo el mundo y también rescatar del olvido esa guerra que como dice Julie Christie personificando a Inge Genefke- a quien se le parece notablemente por cierto- quieren salvar del olvido y cita a Hitler quien  había pronosticado el olvido para las atrocidades de su régimen como lo que había sucedido con el millón de armenios muertos en la guerra.

Ahora bien la pregunta acerca de por qué Coixet elige narrar esta historia de este modo tal vez encuentra también respuesta en otro de sus films: “A los que aman”[4] comienza con estas palabras
 
“Dicen que a través de las palabras, el dolor se hace más tangible. Que podemos mirarlo como a una criatura oscura. Tanto más ajena a nosotros cuanto más cerca la sentimos. Si uno de estos pequeños granitos enferma, el resto del organismo enferma también. Pero yo siempre he creído que el dolor que no encuentra palabras para ser expresado es el más cruel, más hondo… el más injusto”.

¿Podría estar allí el secreto de contarse los secretos? ¿Sanar heridas, hacer del dolor algo menos cruel, menos hondo?

Algo de eso sugiere el film en escenas que tal vez tenga para los críticos de cine una resolución un poco apresurada, forzada, donde una mujer sale de atrás del muro insípido y mudo que la resguardaba por la vía de nuevos  sabores y secretos revelados.

Ahora bien ¿qué enciende la chispa del amor entre ellos?

¿Las heridas, el encuentro entre dos sobrevivientes, contarse la crueldad de los peores momentos de su vida? “Si fuera así, si fuera sólo así, sólo los uniría el espanto, digamos el goce o ¿hay algo allí de lo inesperado del encuentro entre un hombre y una mujer que se produce en la vía fantasmática del erotismo que Coixet tan bien indica  en “La vida secreta de las palabras”- podríamos decir aquí- palabras de  amor?

Mientras las cartas de amor de una monja portuguesa[5] le indican que ese hombre- al que roza con sus curaciones en su cuerpo herido, al que auxilia en sus necesidades básicas- sabe del amor a una mujer, ella escucha reiteradamente la voz de otra mujer que lo llama y que lo ama. Hanna se enciende y se apaga para elegir qué y cuando escuchar, Hanna deja poblar sus oídos de otras palabras: las de esa mujer desconocida y las palabras que él le dice y le insinúa desde el primer contacto. La mención de esas cartas del siglo XVII cargadas de una pasión abrasadora y de un  amor imposible van levantando los colores de la mejilla de la blonda, nórdica protagonista y seguramente acelerando su pulso.

Cora, él la llama misteriosamente Cora  y luego le relatará una versión propia del maravilloso cuento de Cortázar[6], de un joven que se enamora de su enfermera que lo acompañará hasta morir.

Dos cuerpos heridos que se rozan donde las envolturas de lo real se van tejiendo entre gasas, jabones de almendra, palabras de amor. Entonces, es allí donde a Hanna y a Joseph los une el amor y no el espanto.

 Coixet en la 2da parte de su documental elige  una ficción, otra ficción, Coixet sabe que todo es ficción, para eso también escribe  “La vida es un guión”[7].

En un intento de tratar lo real, el universo  de Isabel Coixet está poblado de palabras, dueña del guión de  casi todas sus películas, su prolífica producción incluye una productora, documentales, una columna [8] en El periódico de Catalunya y un puñado de libros.

 “¿Esto es todo?, ¿matar el tiempo antes de que el tiempo te mate a ti?, ¿esto es todo? "

 Se pregunta Coixet en el film a través de uno de sus personajes y su respuesta no se hace esperar, ya estrenó otro film “Ayer no termina nunca” acerca de Madrid en el 2017, ¿intento de respuesta a la debacle y el deterioro europeo de estos días?.

De que “Escribir no sirvió para nada[9] se lamenta el casi centenario escritor esloveno Boris Pahor,  sobreviviente del holocausto. No sirvió para impedir que las guerras y el horror se repitan, sin embargo  para algunos, quizá él mismo, haya sido una vía para intentar tramitar ese real.

Coixet parece uno de los que conocen el arte y el oficio, el “savoir faire”[10] de ese secreto y quizá haya en  ello una invención.



[1] “Viaje al corazón de la tortura” Documental realizado en 2003 Dirección Isabel Coixet
[2] IRCT Internacional Rehabilitation Council of Torture victims
[3] http://documentales.blogspot.com.ar/2005/10/isabel-coixet-me-obsesiona-cmo-tras.html
[4] Film dirigido por Isabel Coixet, guión Coixet-Joan Potau1998-España http://www.youtube.com/watch?v=ZXVvUbvR8LQ
[5] Sor Mariana Alcanforado “Cartas de la  portuguesa” 1669 http://www.cartas.org.ar/Publicadas/Monja%20portuguesa/pub-alc-aaa.html
[6]  Cortázar, Julio “La Señorita Cora” en Todos los fuegos el fuego
[7] Coixet, Isabel, La vida es un guión, El Aleph, Madrid 2004
[8] “Mi hermosa lavandería” columna dominical de El periódico de Catalunya
[9] http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Boris-Pahor-Escribir-sirvio_0_980301972.html
[10] Lacan, Jacques El Seminario ,Libro 23, El sinthome, Paidós Buenos Aires,2005.Pág. 59