martes, 5 de marzo de 2013

Elogio del desahuciado


Increíblemente, entre tantas noticias del cada vez más efervescente fin de invierno español-  indignados,  parados, iaioflautas, las mareas, las huelgas de hambre y el hambre, los desaguisados del rey, su mistress de dudosa realeza, el elefante que no estaba en el placard , el yerno real y sus negocios non santos, los 120 sacerdotes madrileños insurrectos y los sobres del PP - los bomberos aparecen  con una pancarta que reza “salvamos personas no bancos” negándose así a efectivizar los desahucios cada vez más rechazados por la opinión pública y frente a los que algunas personas han tomado decisiones irremediables.

Los desahucios, ejecutados  por hipotecas imposibles de pagar, han tocado tan íntimamente la sensibilidad del vapuleado gobierno que ha tenido la maravillosa iniciativa  de prohibir la palabra desahucio en las órdenes de desalojo.

El pueblo español -muy crispado por la crisis, el éxodo de los jóvenes a trabajar a otros países y los recortes  en salud y educación –no ha tomado muy a bien la delicadeza   en el cuidado en el lenguaje y ha reaccionado pegando en los muros de las redes la palabra desahucio, repetida como un desafío, “Ah ¡ ¿la prohibís?! ¡¡Pues os la repetimos en la cara!! Vais a ver:

desahucio-desahucio-desahucio-desahucio-desahucio- desahucio-desahucio-desahucio-desahucio-desahucio-desahucio-desahucio-desahucio- desahucio- desahucio-desahucio-desahucio- desahucio- desahucio-desahucio-desahucio- desahucio-desahucio-desahucio-desahucio-desahucio.”

 

¿Habrá sido un malentendido? Seguramente. Habéis visto que- acerca de este desacuerdo entre las palabras y las cosas- ya Agustín de Nipona en el 400 d.C. le explicaba a su pequeño hijo Adeodato que palabra y cosa no eran lo mismo. Sin estar al tanto de estas delicadezas simbólicas el gobierno debe haber querido prohibir los desahucios, no la palabra y fue un equívoco del redactor de la norma, no de los políticos, sin duda alguna. ¿O habrán creído que el desahucio era una ficción y que con borrar la palabra del edicto se terminaba el problema?

Hace unos años, el también español Museo de la Palabra,  lanzó una convocatoria internacional en búsqueda de padrinos de palabras en peligro de extinción, se me ocurrió la palabra calipso que refería a un  modo de nombrar, en los ‘70, el color que se llama ahora turquesa, una suerte de celeste brillante, muy pop. Mi  madrinazgo consta en los registros del original museo  pero advierto ahora que no he tomado el recaudo de mandar un pedacito de tela o papel o un óleo color calipso, no vaya a ser que alguno suponga que como se guardó la palabra se podía borrar el color y nos vamos a quedar con la palabra y sin el color, digo.

Ahora la preocupación me ha surgido por otra palabra muy cercana a desahucio, desahuciado que -según la RAE- se refiere a “Quitar a alguien toda esperanza de conseguir lo que desea”.

Entonces un desahuciado pierde su casa pero, además, ¿la esperanza, los deseos y la palabra que los nombra? Tan es así que el gobierno español insiste en asignarle a cada uno un lugar no solo en la tierra sino en el cielo y han decidido desahuciar a los que protestan también del cielo.


Otras curiosidades de las palabras y las cosas me han llamado mucho la atención :una de ellas , unos años atrás  el Vaticano anunciaba que el limbo-lugar al que iban, entre otros, los niños no bautizados recién  nacidos- no existía más, una mejor lectura les había permitido llegar a la conclusión de que no había existido nunca. Así lo decían los textos sagrados.

 Mientras, otra discusión de exégesis teleológica al más alto nivel eclesiástico tensaba posiciones acerca de si el infierno era un estado del alma o si-efectivamente-existía, en lo real diríamos. Que las cosas existan parece ser un tema de discusión muy frecuente y que suele dirimirse entre los libros. Según muchos pensadores y otros tantos políticos  lo que está escrito existe en lo real.

Recuerdo ahora  a una señora  que en una iglesia romana, habiendo querido ingresar a orar había discutido con el administrador del ingreso que le exigió pagar antes de hacerlo. Luego de haber pagado, refunfuñando, la mujer en cuestión rezó  en cada oratorio, la iglesia en cuestión tenia más de 20 altares destinados a la veneración de todo tipo de santos. En cada capilla, la mujer se arrodillaba y -en todas y cada una de las  numerosas ranuras que en los  reclinatorios  y las paredes estaban dispuestos para la  limosna -susurraba unas palabras. Una y otra vez.

Tuve la curiosidad de preguntarle acerca de las jaculatorias que susurraba, me contestó que siempre decía lo mismo  “L’averno sarà piccolo per tutti voi”, estimo que en la creencia de que era el lugar apropiado para los mercaderes.

Mientras se resuelve esta cuestión de si palabra y cosa son lo mismo, si será que lo real es pura ficción  y en el entendimiento de que los bomberos apagan incendios pero no infiernos:

“Averno-averno-averno-averno-averno-averno-averno-averno- averno-averno-averno-

averno-averno-averno-averno-averno-averno-averno-averno-averno-averno-averno”

 

Per tutti loro.

 

*Elvira María Dianno

Miembro EOL(Escuela de la Orientación Lacaniana)

AMP(Asociación Mundial de Psicoanálisis)