Lucy[1]
: in
the sky, but without diamonds.
Las películas de Luc Besson se
caracterizan por su tono apocalíptico, siempre preocupado por el origen y el
final del universo, el bien, el mal, la ecología. Esta película- otra vez con
nombre de mujer, en la línea de Nikita, esa vieja serie de espías -en blanco y negro de
la TV por cable -que en los años ‘90
atrapaba en las madrugadas en sus capítulos de suspenso y crueldad.
Otra vez una mujer del bajo fondo. Nikita
estaba atrapada en el mal, Lucy va a terminar con el mal, también la heroína de
“El quinto elemento” estaba enredada en las garras de lo siniestro.
Esta mujer, Lucy, representa el
origen. La creación viene a través de una mujer y termina en una mujer. De la
lógica fálica a la feminización del mundo ¿o la falicización de las mujeres?
Un científico, foros, fórmulas…
el discurso de la ciencia será el metarrelato que acompaña en off desde el Big
Bang to The End contándonos que “al principio
era el Uno, una célula que se subdivide”.
Y, ¡qué curioso! una ciencia
burda, poco desarrollada, poca
tecnología que busca y encuentra demostrar que todo-es-posible. No sólo
eso, la ciencia será el aliado principal de la heroína en su lucha contra el
Mal.
Una trama de dealers y mafiosos
usarán de carnada adictos atrapados por
las redes para traficar su kryptonita,
solo que esta es azul y no verde. La única presa- de esta red de “mulas” que
llevarán las bolsas en su estómago- que logra escapar y vencerlos finalmente es
una mujer
Lucy podrá por medio de pócimas
cada vez más elevadas de una sustancia artificial -semejante a una que produce
el organismo -lograr el máximo control del propio cuerpo, luego del cuerpo de los
otros, finalmente de la materia. Las leyes de la gravedad no resisten her body’s power. Lucy salta, camina por
las paredes, aniquila rivales de a decenas, reconstituye su organismo roto en
segundos, domina los objetos tecnológicos con su mente usada como un control
remoto.
El imperativo de goce de la época
presente en redes de narcocriminales dispuestos a todo para prometer la sustancia
que daría el máximo poder: a dosis más elevadas, mayor poder, mayor control, eso
sí menos horas de vida. Ir por más, ir por más, ir por más, hasta que ese plus
de gozar la aniquile pero al aniquilarla la transformará en una suerte de célula primordial, propia de
la new age y la cientología tan presentes en Hollywood.
Una teleologia explícita indica en el film que el desarrollo del
conocimiento puede llevar al bien.
La new age, la cientología, una suerte de sincretismo panreligioso
basado en las leyes de Hermes Trimigesto, en una versión de libro de bolsillo for export parece ser el río que corre
bajo el celuloide y se expande desde Beverly Hills al mundo, en films esperanzadores
de final feliz. Una más de ciencia ficción de Besson, un film de excesos-
demasiados efectos especiales y excesiva
pretensión filosófica frente a un escaso argumento- que nos hace pasear
desde el big bang al fin de los tiempos. El encuentro con el primer
homínido/a llamado Lucy a su vez, la alegoría del cuadro de la creación de
Miguel Ángel y las escenas de la
naturaleza en el metarrelato: ríos, montañas, amaneceres, Scarlett Johannson (Lucy)
representada como un felino en ataque, la naturaleza que nos habita y la
explosión de su cuerpo hasta la reducción a una fórmula, un conocimiento. “Estoy
en todas partes” dirá Lucy reducida a dust
in the air, o la fórmula científica de un dios, en su versión físico-matemática.
Lucy empowered by drugs, hard drugs puede ver todo, dar salud, impedir el mal. Si
bien a este film pasatista le falta
bastante para trascender su tiempo, puede alguien remontarse como en una alegoría
al Paraíso del origen del triplico de “El Jardín de las Delicias”, de
Hieronymus Bosco que -al cerrarse -muestra en una circularidad el mundo en el
tercer día de la creación que no se observa en el despliegue de la historia
lineal que los tres paños interiores ofrecen: el paraíso, la lujuria y el
infierno.
Para Besson hay circularidad al desarrollar la idea de un progreso que inevitablemente
lleva al origen, al bien, al paraíso, la reconquista del paraíso, anunciaría así
que al tríptico de El Bosco le falta un cuarto
pliego, el paraíso otra vez pero no sin antes pasar por el infierno. Otra vez
la cosmovisión new age que subyace,
plena de sentidos.
Es el ideal de la ciencia, la promesa,
la expectativa de vida eterna que ofrecen órganos clonados, espermatozoides in
vitro, Lucy no muere, dice, “nadie muere”.
Entremezclados en los diálogos del
guión de una película de acción de fin
previsible, los mensajes de ciertos enunciados clásicos de la hermenéutica en nadie
muere, estoy en todas partes, la utilización de sólo el 10 % de la capacidad
neuronal puede ampliarse, sirve de cosmovisión que explica y resuelve todo.
Un detalle que no es menor
es la elección que el director hace del médium para lograr el resultado de una
conciencia expandida, es notable que
haya sido una droga, en dosis elevadas, y no el ejercicio metódico de las prácticas orientales de
meditación y mantras que caracterizan a taoístas y tibetanos, cabe subrayar que
la mafia en cuestión- el Otro malo contra el que luchará Lucy sola -es la mafia
china y ella vive en el Tibet. ¡Excesivamente hollywoodense! Los orientales son
malos, el científico es negro (Morgan Freeman), Lucy es rubia.
¿Qué de las drogas? La vieja
definición de Pharmakón que encontramos en la Ética de Aristóteles en la que Teofastro
-ubicándola como remedio y como tóxico- nos enseñaba que graduando los
dracmas/dosis se lograba desde la cura de la tos a las alucinaciones y finalmente
a la muerte, en el film - en una lógica invertida- a más dracmas más poder, más
perfección, no hay dolor, ni sentimientos de miedo a través de una sustancia que
se genera en el cuerpo de una madre en la 6ta semana de embarazo. De modo que la
ingesta excesiva de drogas de laboratorio extraídas de una
sustancia que está en el organismo, exactamente en el cuerpo de una madre nos
completa. He aquí la función del Pharmakon.
Así el cuerpo de Lucy empoderado por
las drogas se convertirá finalmente en una máquina, un ordenador, una mega
computadora para luego reducirse a lo que entra en un pen drive y al fin volver al
Uno con el Uni-verso.
Far so far away: lejos de las alucinaciones que el LSD (ácido lisérgico)
proveyeron a la generación de The Beatles, eternizadas en su canción Lucy in the Sky, with diamonds, el
relato de Besson en “Lucy” si no fuera un film parecería un delirio
postingesta, para nada una naif Wonder
Woman sino más bien posmoderna, de under y marginal urbana a una heroína romántica del futuro
dispuesta a salvar el mundo.
Algún dejo de nostalgia
roussoneana se deja entrever, el hombre naturalmente bueno, uno con el
universo. No fear, no pain,eso si with
all the drugs you can get.
Lamento haberles contado el
final. Sorry I told you the end, Scusi,mi dispiace di avere raccontato il finale. Je regrete vous avoir
raconte la fin. Desculpa ter falado o finale
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