martes, 26 de enero de 2016

Lucy, un film de Luc Besson

Lucy[1]in the sky, but without diamonds.


Las películas de Luc Besson se caracterizan por su tono apocalíptico, siempre preocupado por el origen y el final del universo, el bien, el mal, la ecología. Esta película- otra vez con nombre de mujer, en la línea de Nikita,  esa vieja serie de espías -en blanco y negro de la TV por cable -que en los años ‘90  atrapaba en las madrugadas en sus capítulos de suspenso y crueldad.
 Otra vez una mujer del bajo fondo. Nikita estaba atrapada en el mal, Lucy va a terminar con el mal, también la heroína de “El quinto elemento” estaba enredada en las garras de lo siniestro.
Esta mujer, Lucy, representa el origen. La creación viene a través de una mujer y termina en una mujer. De la lógica fálica a la feminización del mundo ¿o la falicización de las mujeres?
Un científico, foros, fórmulas… el discurso de la ciencia será el metarrelato que acompaña en off desde el Big Bang to The End contándonos que  “al principio era el Uno,  una célula que se subdivide”.
Y, ¡qué curioso! una ciencia burda, poco desarrollada,  poca tecnología que busca y encuentra demostrar que todo-es-posible. No sólo eso, la ciencia será el aliado principal de la heroína en su lucha contra el Mal.
Una trama de dealers y mafiosos usarán  de carnada adictos atrapados por las redes para traficar su kryptonita, solo que esta es azul y no verde. La única presa- de esta red de “mulas” que llevarán las bolsas en su estómago- que logra escapar y vencerlos finalmente es una mujer
Lucy podrá por medio de pócimas cada vez más elevadas de una sustancia artificial -semejante a una que produce el organismo -lograr el máximo control del propio cuerpo, luego del cuerpo de los otros, finalmente de la materia. Las leyes de la gravedad no resisten her body’s power. Lucy salta, camina por las paredes, aniquila rivales de a decenas, reconstituye su organismo roto en segundos, domina los objetos tecnológicos con su mente usada como un control remoto.
El imperativo de goce de la época presente en redes de narcocriminales dispuestos a todo para prometer la sustancia que daría el máximo poder: a dosis más elevadas, mayor poder, mayor control, eso sí menos horas de vida. Ir por más, ir por más, ir por más, hasta que ese plus de gozar la aniquile pero al aniquilarla la transformará  en una suerte de célula primordial, propia de la new age y la cientología tan presentes en Hollywood.
Una teleologia explícita  indica en el film que el desarrollo del conocimiento puede llevar al bien.
La new age, la cientología, una suerte de sincretismo panreligioso basado en las leyes de Hermes Trimigesto, en una versión de libro de bolsillo for export parece ser el río que corre bajo el celuloide y se expande desde Beverly Hills al mundo, en films esperanzadores de final feliz. Una más de ciencia ficción de Besson, un film de excesos- demasiados efectos especiales y  excesiva  pretensión filosófica frente a un escaso argumento- que nos  hace pasear  desde el big bang al fin de los tiempos. El encuentro con el primer homínido/a llamado Lucy a su vez, la alegoría del cuadro de la creación de Miguel Ángel y  las escenas de la naturaleza en el metarrelato: ríos, montañas, amaneceres, Scarlett Johannson (Lucy) representada como un felino en ataque, la naturaleza que nos habita y la explosión de su cuerpo hasta la reducción a una fórmula, un conocimiento. “Estoy en todas partes” dirá Lucy reducida a dust in the air, o la fórmula científica de un dios, en su versión físico-matemática. Lucy empowered by drugs, hard drugs  puede ver todo, dar salud, impedir el mal. Si bien  a este film pasatista le falta bastante para trascender  su tiempo,  puede alguien remontarse como en una alegoría al Paraíso del origen del triplico de “El Jardín de las Delicias”, de Hieronymus Bosco que -al cerrarse -muestra en una circularidad el mundo en el tercer día de la creación que no se observa en el despliegue de la historia lineal que los tres paños interiores ofrecen: el paraíso, la lujuria y el infierno.
Para Besson hay  circularidad al desarrollar  la idea de un progreso que inevitablemente lleva al origen, al bien, al paraíso, la reconquista del paraíso, anunciaría así que al tríptico de El Bosco  le falta un cuarto pliego, el paraíso otra vez pero no sin antes pasar por el infierno. Otra vez la cosmovisión new age que subyace, plena de sentidos.
Es el ideal de la ciencia, la promesa, la expectativa de vida eterna que ofrecen órganos clonados, espermatozoides in vitro, Lucy no muere, dice, “nadie muere”.
Entremezclados en los diálogos del guión de una película de acción  de fin previsible, los mensajes de ciertos enunciados clásicos de la hermenéutica en nadie muere, estoy en todas partes, la utilización de sólo el 10 % de la capacidad neuronal puede ampliarse, sirve de cosmovisión que explica y resuelve todo.
Un detalle que no es menor es  la elección que el director hace  del médium para lograr el resultado de una conciencia expandida, es notable que  haya sido una droga, en dosis elevadas, y no el ejercicio  metódico de las prácticas orientales de meditación y mantras que caracterizan a taoístas y tibetanos, cabe subrayar que la mafia en cuestión- el Otro malo contra el que luchará Lucy sola -es la mafia china y ella vive en el Tibet. ¡Excesivamente hollywoodense! Los orientales son malos, el científico es negro (Morgan Freeman), Lucy es rubia.
¿Qué de las drogas? La vieja definición de Pharmakón que encontramos en la Ética de Aristóteles en la que Teofastro -ubicándola como remedio y como tóxico- nos enseñaba que graduando los dracmas/dosis se lograba desde la cura de la tos a las alucinaciones y finalmente a la muerte, en el film - en una lógica invertida- a más dracmas más poder, más perfección, no hay dolor, ni sentimientos de miedo a través de una sustancia que se genera en el cuerpo de una madre en la 6ta semana de embarazo. De modo que la ingesta excesiva de drogas de laboratorio extraídas   de una sustancia que está en el organismo, exactamente en el cuerpo de una madre nos completa. He aquí la función del Pharmakon.
Así el cuerpo de Lucy empoderado por las drogas se convertirá finalmente en una máquina, un ordenador, una mega computadora para  luego  reducirse  a lo que entra en un pen drive y  al fin volver al Uno con el Uni-verso.
Far so far away: lejos de las alucinaciones que el LSD (ácido lisérgico) proveyeron a la generación de The  Beatles, eternizadas en su canción Lucy in the Sky, with diamonds, el relato de Besson en “Lucy” si no fuera un film parecería un delirio postingesta, para nada una naif Wonder Woman sino más  bien posmoderna, de under y marginal urbana a una heroína romántica del futuro dispuesta a salvar  el mundo.
Algún dejo de nostalgia roussoneana se deja entrever, el hombre naturalmente bueno, uno con el universo. No fear, no pain,eso si with all the drugs you can get.
Lamento haberles contado el final. Sorry I told you the end, Scusi,mi dispiace di avere raccontato il finale. Je regrete vous avoir raconte la fin. Desculpa ter falado o finale

Elvira Dianno 
Responsable Butaca Lacaniana


[1] Lucy de Luc Besson(Francia – Usa) 2014- 89 min

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